martes, 1 de mayo de 2007

Indisciplina

Se consideran actos de indisciplina todas las acciones, palabras, actitudes, gestos y reacciones que contrarían las normas disciplinarias vigentes en un centro de enseñanza, o que representan atentados contra la moral, la autoridad, el orden, el espíritu y las tradiciones de la institución. No hay duda de que los actos positivos de indisciplina, principalmente cuando son intencionales y frecuentes, son perjudiciales a la moral de un colegio y se oponen frontalmente a los propósitos educativos que son la propia razón de ser de esos establecimientos.

Deben, por consiguiente, ser combatidos y eliminados. Pero estos actos de indisciplina son, casi siempre, consecuencias inevitables de condiciones y factores desfavorables que están actuando sobre el psiquismo de los educandos, amenazando desintegrar su personalidad y desajustarlos a la vida escolar. Importa, pues, que se encuentre la atención de los educadores sobre estos factores para eliminarlos o atenuarlos, antes de recurrir a sanciones o medidas punitivas más drásticas. La falta de conformidad con las normas de disciplina vigentes en los colegios se puede atribuir también, en muchos casos, a la inmadurez de los alumnos: su inteligencia no está todavía en condiciones de comprender las razones más profundas que dictan las normas vigentes; su poca experiencia no les permite aún prever y calcular las consecuencias de todas sus palabras, actos y actitudes; su poca edad no les hace posible todavía desarrollar el control mental necesario para una conducta reglada y satisfactoria.

Solamente el tiempo, la experiencia, el ambiente educativo y la aclaración progresiva de los hechos por la comprensión y por la reflexión podrán engendrar en su mente inmadura ese control reflexivo e interior que facilita una conducta consciente y disciplinada. Corresponde a la escuela favorecer y estimular esa progresiva maduración interior de los escolares, sin perjudicar la evolución sana y normal de su personalidad.
Si en algún momento estamos leyendo cómodamente en nuestra casa y comienza a llover, seguramente sentimos un leve estremecimiento en la piel y pensamos de inmediato en las cosas que se nos vienen encima: la ropa colgada, los niños, el perro en el patio, etc. Inventario donde seguramente las posibles “goteras” ocupan un lugar importante.

En muchísimas cosas de la vida el desencadenamiento de un hecho no es sorpresivo, no se presenta en forma de avalancha, de arrollada imprevisible e insalvable. Generalmente las cosas comienzan, se desarrollan y luego se convierten en el problema final que iban a ser. Aunque existen excepciones. Todos conocemos la sorpresa, la casualidad, lo imprevisto. En el caso que nos ocupa la ley se cumple con todo rigor. De igual forma que en la lluvia, de igual forma que las desesperantes goteras de nuestros techos permeables, la indisciplina tiene un leve principio, al parecer ingenuo, que luego avanza, corroe, desorganiza y finalmente rompe la estructura más sólida, el sistema más eficaz, el método más comprobado.

La indisciplina debe ser atacada siempre, indefectiblemente, desde sus primeras manifestaciones, ya sea colectiva o individualmente. Todos hemos sido testigos de lo dificultoso que es el trabajo, en especial el político, cuando la indisciplina se torna sistemática. Un cúmulo de conductas y formas de hacer, incapaces de adaptarse a un ordenamiento lógico para llevar a efecto una tarea cualquiera, que por lo general mantienen al conjunto en ascuas, e incluso nunca se logra la tranquilidad de haber cumplido bien lo planificado; llenos de nerviosismo, dudas, conjeturas.

La indisciplina como método, evidentemente es todo lo contrario a la disciplina. Hace del desorden, la ausencia de prioridades, el no adelantarse a los hechos, la falta de control y subordinación, la irresponsabilidad, una constante. El indisciplinado o no tiene conciencia de ello, o la tiene pero es incapaz de superarlo por sí mismo. En el primero de los casos bastará un buena formación, en el segundo, voluntad. Ciertamente nadie nace con esta propiedad, se madura con el tiempo.

10 comentarios:

Maggie dijo...

La Indisciplina es la falta o carencia de disciplina, o sea, de actuar ordenada y perseverantemente para cumplir las metas y objetivos planteados.

La Indisciplina puede generar por lo tanto, 2 tipos diferentes de comportamientos, ambos reprochables: o sencillamente no se alcanzan las metas y objetivos propuestos (siendo esto fuente de frustración), o se alcanzan los fines buscados por otros medios más “fáciles” (corrupción, indudablemente algo negativo), en lugar de conseguirlos por esfuerzo propio. Es muy cierto la indisciplina no permite que se puedan lograr las metas y otra cosa que conlleva es que al indisciplinado se le hace muy difícil aprender o prepararse para los estudios.

El las escuelas confrontamos a diario indisciplina el profesor llega con su materia preparada y entra en el aula con intención de impartir clase. Pide a los alumnos que se callen, que se sienten en sus sitios y guarden celulares y MP3. No lo consigue. Es prácticamente imposible explicar dos ideas seguidas. Se pide silencio cada dos frases. Los alumnos se vuelven a hablar con sus compañeros, no les interesa lo que se les dice. Se va cargando uno y cada vez tenemos más tensión, perdemos el control: ¿Silencio, por favor! Es imposible imponer disciplina alguna. El griterío es continuo, tengo que desgañitarme para poner un poco de orden. Allí, ante esos alumnos metidos en un barullo caótico, sin atenderme, ajenos a lo que deben hacer, me pregunto ¿Qué pinto yo aquí? Y así un día y otro y otro...No puedo más».

Este es uno de los testimonios que pudiéramos oír de parte nuestra y de los compañeros. Representa la queja que se repite en el 70% de la problemática en los salones de clase. La dificultad para dar clase por las interrupciones constantes y el ambiente de indisciplina en los salones, los alumnos que no quiere estudiar ni someterse a norma algunos lidera se dedica a molestar, ante la pasividad de sus compañeros y los esfuerzos del docente por mantener el orden. Están en clase con gorra, ponen los pies encima de la mesa, bostezan con descaro, eructan con estrépito. Utilizan el celular y otros aparatos cuando les da la gana. Hay continuas faltas de respeto, y si les llamas la atención lo ven como un desafío y responden con desacato y vulgaridades. A diario nos enfrentamos a esto en nuestros salones, está de nuestra parte estampar bien en nuestro salón de clase las reglas a mantener y asi mantener una línea de respeto y no permitir la indisciplina.

Andrés Rodríguez dijo...

Saludos Guirmar:
La indisciplina es la responsable para que las cosas no salgan bien. Se puede decir que es la falta de atención que tiene una persona para realizar una actividad. En el deporte un atleta indisciplinado nunca llegará a un alto nivel de rendimiento. Por eso se le dice a los que practican el deporte, tienes que ser disciplinado para que puedas escalar el éxito. La indisciplina como método, evidentemente es todo lo contrario a la disciplina. Hace del desorden, la ausencia de prioridades, el no adelantarse a los hechos, la falta de control y subordinación, la irresponsabilidad, una constante. Por lo general, el indisciplinado o no tiene conciencia de ello, o la tiene pero es incapaz de superarlo por sí mismo. En el primero de los casos bastará un buena formación, en el segundo, voluntad. Ciertamente nadie nace con esta propiedad humana a flor de piel, se madura con el tiempo. Aún cuando, como es de carácter social, sólo se puede desarrollar y demostrar en este terreno de la colectividad. La indisciplina es un grave problema con el que nos enfrentamos los educadores para poder desarrollar un ambiente de aprendizaje propicio para este propósito. La falta de disciplina en la mayoría de los estudiantes ha llegado a un nivel tan alarmante que algunos compañeros han pensado en la posibilidad de buscar otro tipo de trabajo. El otro día me comentaba una compañera que ejerce en una escuela intermedia como maestra de matemáticas, que ya está cansada de llegar a la sala de clases y ver cómo los estudiantes no se interesan en lo absoluto por el proceso de aprendizaje producto de la terrible indisciplina que presentan. Los estilos de vida que tenemos en la actualidad inciden en los problemas de disciplina que presentan gran parte de nuestros estudiantes. Problemas familiares en el hogar, divorcios, drogas, problemas emocionales, falta de interés hacia la escuela, entre otros, son algunos renglones que propician los problemas de indisciplina en el aula escolar. Si a esto le añadimos un maestro con problemas de control de grupo la situación va a empeorar. Debemos mantener un ambiente disciplinado en la sala de clases para que proceso enseñanza-aprendizaje sea uno más efectivo.

Félix Morales dijo...

La disciplina no debería tener connotaciones negativas, como más de uno podría pensar, sino que es, por parte del educador, un recurso importantísimo de metodología pedagógica y, por parte del educando, un deseable fin: la autodisciplina. La disciplina no es la pérdida de libertad para cumplir con los deseos de la autoridad. En realidad, es un medio para potenciar el aprendizaje y para hacernos realmente libres, pues aquel que tiene autodisciplina se puede liberar de esclavitudes como el capricho, la pereza o el conformismo; tiene en su mano un poder de valor incalculable: hacer lo que se propone, cumplir sus ilusiones, ir en busca de sus deseos y, este camino, desde luego, hace de la persona un ser satisfecho de sí mismo, más feliz. De esta manera, tenemos dos formas de entender la disciplina: la primera es el recurso que puede aplicar el educador y que permite hacer más provechoso el aprendizaje del alumno en su periodo formativo (desde la Educación Primaria hasta donde tenga la fortuna de llegar) y la segunda la asimilación de la propia disciplina por parte del alumno, que la podemos llamar autodisciplina. Hablemos de la primera forma: la disciplina aplicada por el educador. Tal vez, lo primero sería aclarar que educador es aquella persona (significativa en la educación del alumno) que, a través de su comportamiento (incluido lo que dice), transforma la experiencia de otra persona, la guía y la orienta. Así, un educador no sólo es el maestro o el profesor, sino también lo son, en gran medida, los padres y/o tutores del alumno; dejaremos otras influencias en la formación del alumno para otra ocasión (amigos, televisión, etcétera). Son, entonces, estas dos instituciones (educadores públicos y padres) los encargados de aplicar la disciplina como parte indispensable de la educación de nuestros hijos. Otro ejemplo de aplicación de disciplina es el cumplimiento de las normas de comportamiento (en su mayoría implícitas) que han de darse dentro de un aula.

Por Felix morales

Doris Vilma Rodríguez dijo...

Las personas indisciplinadas enfrentan una serie de problemas a lo largo de sus vidas, los cuales no solucionan eficazmente. La indisciplina es una característica que distingue a las personas que no tienen una formación ético – moral de los que respetan las normas y códigos de ética establecidos por la sociedad. Cada institución tiene definidas las reglas a seguir por sus integrantes, el que no las acata se percibe con un individuo indisciplinado. Muchas veces la indisciplina se asocia con personas impulsivas y que disfrutan desafiar a los demás, personas que retan la autoridad.

La formación del individuo comienza en el hogar. Es el hogar la institución básica de la sociedad y sobre la cual recae la educación moral y formal del individuo. La disciplina se adquiere de acuerdo con las normas que se establezcan en el hogar y las exigencias de sus progenitores para que se cumpla con las normas previamente establecidas. Además, es importante que el niño entienda las normas y su razón de ser y también las consecuencias de su actos al no acatarlas. Dependiendo de la formación disciplinaria que reciba el niño en el hogar es la disposición que tiene para aceptar nuevas reglas en el ambiente escolar y social.

El ambiente escolar es el espacio abierto para que el alumno practique a ser disciplinado, pero en muchas ocasiones el niño es el que provoca situaciones desafiantes en su entorno. Eso es producto de la educación moral previa que ha recibido en el hogar. La función de la escuela es ayudar al alumno a modificar su conducta y a que entienda las consecuencias de sus actos, además de que comprenda las razones que tiene la escuela para enseñarle disciplina. De igual forma se debe exponer al alumno a situaciones ante las que tenga que actuar de acuerdo a unas normas establecidas para obtener resultados positivos.

Un joven indisciplinado enfrentara grandes retos en el ámbito social. Retos que le pueden conducir a destruirse. Posiblemente se sumerge en situaciones de las cuales salir será difícil. El fracaso o el éxito a lo largo de la vida va a depender de cuan disciplinado es un individuo, por lo que una persona indisciplinada enfrentará situaciones que se le hará difícil resolver.

Naty dijo...

Guimar:

El mantenimiento de la disciplina en la escuela es indispensable, pero debe tener en cuenta las realidades familiares y sociales de los chicos y ayudarlos a convertirse en ciudadanos responsables.

Uno de los más importantes desafíos que se presentan en el ámbito educativo está referido al orden disciplinario. Se trata de una compleja problemática, vinculada al respeto de las normas, que obliga a establecer criterios de convivencia y, fundamentalmente, mecanismos razonables y bien argumentados que promuevan entre los jóvenes la asunción de esas disposiciones como propias.


La indisciplina es algo normal en la escuela, la misma es causada por la falta de concordancia entre alumnos y maestros. Para acabar con la indisciplina los alumnos y maestros deben llegar a un acuerdo en el cual se arregle si le gusta a los alumnos la forma en que lleva la clase. Si se desea acabar con la indisciplina se necesita el apoyo de ambas partes de interesados. La indisciplina es algo causado por ambas partes, mas no se debe echar la culpa solo al alumno.

yolanda dijo...

¡Hola, Guirmar!
Al hablar de la indisciplina, se tiende a pensar en los niños, mas no en los adultos. Dice la sicóloga Gloria Marsellach, lo siguiente: “los niños crecen y se desarrollan con los modelos de conducta, que ven a su alrededor, y sin miedo a equivocarse dice que la mayoría de las veces detrás de un niño que grita hay un padre o madre que hace lo mismo. No hay nada más cerca de la verdad. Desde que a los 15 años traté de imitar a mi padre y se me ocurre la brillante idea de maldecir y ver volar la mano de mi queridísima madre, eran dos cosas a la misma vez. Me dio senda bofetada en plena cara y como antes no había eso de que reportaban a Servicios Sociales, pues a lo mejor había menos indisciplina que ahora. A lo que iba es que en una ocasión me dio con decir una mala palabra delante de mis hijos y aunque ya no la digo, a ellos no se le olvidó y la utilizan. Trato de no perder la calma con ellos y prefiero resolver los problemas dialogando, no dando gritos. ¿Sabes por qué? Sencillo, así ellos no me pueden reprochar diciéndome lo aprendí de ti.

La indisciplina surge cuando falta la disciplina o atención a las normas impuestas. Lo curioso es que no sé si piensas igual que yo, los adultos y más aún muchos de los maestros son unos indisciplinados. Si no me crees observa una reunión de facultad, he estado en escuelas que cuando el director va a dar una reunión parece que está hablando solo, pues su facultad decide no atenderle. ¡Y quien los ve criticando a sus estudiantes! Vas a las tiendas y los adultos olvidaron lo que significa esperar turno. Mira además cuando estás en una intersección esperando que de la vía principal tengas paso y el carro detrás de ti se te pone al lado, pierdes visibilidad de ese lado y termina robándote el turno para salir.¿Te ha pasado? De manera que esa indisciplina a mi entender viene como la falta de estructura en los hogares, en otras palabras les dejan hacer los que le da la gana a sus hijos, ya que los primeros en esta práctica son los mismos adultos. Si papa o mama lo hace eso esta bien.

Carmenjoan.blogspot.com dijo...

INDISCIPLINA
Como personas adultas debemos entender que cuando se trabaja en una escuela o colegio de enseñanza van a llegar a nuestro salón de clases alumnos disciplinados e indisciplinados, pero considero que el maestro tiene las herramientas para lograr que al menos dentro de la sala de clases los estudiantes controlen su carácter y hábitos y acaten las reglas disciplinarias impuestas por el maestro o instructor de enseñanza.
Los alumnos indisciplinados son aquellos que tienen malas actitudes, gestos drásticos y reacciones contrarias a las que deseamos ver en ellos. En las escuelas no siempre se tiene el control absoluto de lo que sucede fuera del salón, esta responsabilidad es la más difícil porque como maestros somos el recurso para controlar una conducta dentro de la sala de clases, pero a fuera del salón perdemos el control porque ellos se sienten libre aunque debemos darnos a respetar dentro y fuera del salón. A los estudiantes no se les puede dar confianza excesiva porque se podría estar cometiendo un grave error.
La realidad es que los actos de indisciplina son, casi siempre, consecuencias inevitables de condiciones y factores desfavorables que están actuando sobre el psiquismo de los educandos, amenazando desintegrar su personalidad y desajustarlos a la vida escolar. Importa, pues, que se encuentre la atención de los educadores sobre estos factores para eliminarlos o atenuarlos, antes de recurrir a sanciones o medidas punitivas más drásticas. La falta de conformidad con las normas de disciplina vigentes en los colegios se puede atribuir también, en muchos casos, a la inmadurez de los alumnos: su inteligencia no está todavía en condiciones de comprender las razones más profundas que dictan las normas vigentes; su poca experiencia no les permite aún prever y calcular las consecuencias de todas sus palabras, actos y actitudes; su poca edad no les hace posible todavía desarrollar el control mental necesario para una conducta reglada y satisfactoria. “Estoy de acuerdo con todo lo que expones. Como maestros hay que tener en cuenta que hay diferentes etapas y que realmente los estudiantes están en el proceso de aprender.”

“Todo es cuestión de darle tiempo al tiempo”.

Maria Porto dijo...

Se consideran actos de indisciplina todas las palabras,actitudes, gestos y reacciones que van en contra de lo establecido o representan atentados contra la moral, el orden, la autoridad y hasta las tradiciones o costumbres. Muchas veces la indisciplina es sinónimo de maldad y pensamos que hay que combatirla de inmediato. Comenzamos a buscar psicólogos, terapeutas, cosejeros y toda clase de profesionales para eliminarla. Inmediatamente comienzan los castigos y el maltrato marcando muchas veces la propia personalidad del individuo; dejando de ser él mismo para convertirse en una copia de lo que le exije la familia y la sociedad. Por otro lado muchas veces pasamos por alto la falta de madurez o las razones por las cuales se dá la indisciplina. Como educadores nos corresponde favorecer y estimular una disciplina asertiva para no perjudicar la evolución sana y normal de nuestros niños.

Nancy Vélez dijo...

"Indisciplina"

Guirmar:

Existen varias razones de peso para los actos de indisciplina. En primer lugar, un maestro incompetente que no motive a sus estudiantes y no tenga el control dentro del salón de clase.

Por otro lado, la falta de recursos dentro del salón y directores que no atienden las necesidades del personal docente.

Considero que la escuela será la imagen del director. Un director motivado contagia a la facultad a trabajar y llevar la milla extra. En cambio, un director gruñón se ganará la burla y la falta de respeto de la facultad y provocará marchas y huelgas dentro del plantel escolar.

Es necesario hacer las pases para ofrecerles lo mejor de nosotros, a nuestros estudiantes.

Por: Nancy Vélez

gloria_sentimientos dijo...

Todo lo que se haga contrario a las normas existentes de un lugar es un acto de indisciplina. Estos actos dañan el movimiento o el trabajo en lugar determinado. Afecta la tranquilidad, paz y muchas veces la seguridad y la vida de otros seres humanos. Es muy importante que tan pronto surja una situación de indisciplina se tomen cartas en el asunto antes de que surjan situaciones difíciles de corregir. Cuando surge un acto de indisciplina que sea frecuente se debe ir hasta la raíz de la conducta para saber que es lo que está provocando esta situación. En muchos casos esto es un reflejo para pedir o llamar la atención de algo que le sucede.

La conducta de una persona se empieza a formar desde pequeño en el hogar. Luego al integrarse a la escuela donde tiene que compartir con otros va a demostrar esto y a ir modificando algunos cambios. Pero siempre debe ser para “mejorar” de acuerdo a nuestras normas, cultura. Sabemos que todo es progresivo, por lo tanto en el momento que comenzamos a ver el acto de indisciplina en un estudiante que consideremos ya está “pasa’o” debemos atenderlo inmediatamente. El ignorar el suceso puede causar males mayores para el estudiante, compañeros, familiares, amigos, vecinos y maestros. Vamos a atender la “enfermedad” en el momento para darle los “medicamentos” que necesitan y no se convierta en epidemia y difícil de controlar. La persona indisciplinada tiene unos valores distorsionados. No respeta a nadie. No le interesa lo que pase a él, ni a sus compañeros. No tiene motivación, ni interés en nada.

El problema de la disciplina ha sido de preocupación para todos maestros y padres. Debe haber una unidad entre exigencia y respeto. Se deben respetar el conjunto de reglas que hay en un salón de clases o en otro lugar. Para exigir o pedir respeto ante ciertas situaciones o lugares hay que respetar. Debe existir respeto mutuo. El título o la posición de una persona no tiene que ser motivo de humillar ni sentirse más que nadie. Hay que estar pendiente de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. ¡La prevención es la mejor cura!